Me odio cada vez que te pienso aun sin querer.
Cada vez que mi faz busca tu mirada
Me odio cada vez que mi mente se empeña en no dejarte en paz.
Cada día que amanece y no puedo dejar de verte en mis ojos…
Y entonces me odio aún más.
Le pido, no sé a quien, que me libere de estas cadenas invisibles que me atan al mismo desasosiego de ¡hace tanto! Tanto que perdí la noción del tiempo.
Hoy quiero la medida de las cosas. Hoy quiero ese día que mi cuerpo rescate a mi mente,
y anhelo sin querer ese momento para dejar de odiarme.
Etérea evanescencia de lo que soñé o me inventé porque tampoco lo sé.
A veces lo irreal y lo real se entremezclan. Es como habitar en un mundo onírico donde todo es posible, pero despierto y… Me vuelvo a odiar.
Ana MM.